El 3 de junio de 2025 se cumplen 25 años del primer número del suplemento Qué Pasa. Para celebrar, invitamos a cada editor que estuvo a cargo –Leonardo Haberkorn (2000-2006), Antonio Álvarez (2006-2007), Fernán Cisnero (2007-2014), Paula Barquet (2014-2020) y Sebastián Cabrera (2020-2025)- a elegir cinco textos memorables.
Qué Pasa empezó como un suplemento -dedicado al periodismo de investigación, crónicas y reportajes- y luego se transformó en una sección que abre el diario del sábado y domingo.

Aquí abajo la lista de 25 notas y tres columnas: una del actual editor Sebastián Cabrera, otra del primer editor –y creador de Qué Pasa- Leonardo Haberkorn, y otra de Martín Aguirre, director de Redacción.

Un camino que sigue vigente, 25 años después

Sebastián Cabrera / Editor de Qué Pasa

El mercado de lo robado. Ese fue el título de tapa del primer número del suplemento Qué Pasa el sábado 3 de junio de 2000, acompañado de una foto en la que se veían cosas supuestamente robadas en la feria de Piedras Blancas. La nota principal de la edición debut, firmada por Gustavo Escanlar, hablaba de un “negocio en auge” y “fuera de control” y se ponía como ejemplo: “El teléfono celular que se roba el viernes, el domingo se vende en Piedras Blancas”.

Leonardo Haberkorn —editor y creador del suplemento— y la periodista Andrea Tutté completaban el staff de una publicación que llegaba para ocupar un lugar entonces vacío en las páginas de El País y seguramente en buena parte del periodismo nacional: la investigación a fondo, los textos trabajados con tiempo y paciencia, las crónicas y reportajes.

Un repaso por los primeros temas de aquellos suplementos confirma que Uruguay no ha cambiado demasiado en estos 25 años: se intentaban explicar las causas de una “invasión” de cubanos, se hablaba del Prozac para tratar la depresión, de la superpoblación carcelaria, de la pobreza infantil… Y la lista sigue. Era el año 2000 pero podría ser 2015 o 2025. En Uruguay, se sabe, los temas se eternizan.

Qué Pasa se publicó como suplemento cada sábado entre 2000 y 2014. A fines de ese año se reconvirtió en una sección que se publica los fines de semana y abre la edición papel de El País tanto el sábado como el domingo, apostando a mantener la esencia de aquellos viejos suplementos pero también a renovarse.

Porque ha habido cambios, claro. Un suplemento tiene su identidad y un concepto diferente al de una sección. Ahora, desde hace ya una década, Qué Pasa ayuda a darle otro peso al diario de los fines de semana pero, además, muchas veces se apoya en las nuevas narrativas visuales para presentar informes más completos y atractivos en las ediciones web.

Qué Pasa se ha mantenido como una referencia periodística en Uruguay. Lo es desde sus inicios. Porque rápidamente se posicionó en aquellos primeros 2000 como una publicación respetada en la que todos querían escribir. De hecho, fue un lugar muy generoso: Haberkorn ofreció las páginas del suplemento a decenas de periodistas —de adentro y fuera del diario— que publicaban como colaboradores, para ampliar las miradas y enfoques del staff permanente (tengo el honor de haber firmado algunos de mis primeros textos decentes en aquel viejo suplemento).

Por todo esto decidimos, como homenaje pero también para celebrar que el espacio sigue vigente, publicar esta edición especial. El diario le pidió a los editores que pasaron por Qué Pasa —Haberkorn (2000-2006), Antonio Álvarez (2006-2007), Fernán Cisnero (2007-2014), Paula Barquet (2014-2020) y quien escribe estas líneas— que seleccionaran cinco textos de diferentes periodistas que creen merecen ser recordados. Todos recogieron el guante, en algún caso la selección se hizo a medias: a veces se hace difícil elegir entre tantos trabajos publicados.

Así llegamos a una lista de 25 textos históricos, que se publican en este especial web. No diremos que son “las mejores notas” porque sería injusto con cientos de textos memorables que quedaron fuera pero sí que son 25 artículos que por distintas razones vale la pena volver a leer y que no perdieron vigencia, a pesar del tiempo que transcurrió en algunos casos.
De esos 25, hay 10 que volvemos a publicar completos —y con las fotos originales— en un suplemento.

Allí pueden leer una jugosa crónica de Haberkorn en un decadente zoológico de Villa Dolores a inicios de los 2000, un histórico informe de Joel Rosenberg sobre la mortalidad infantil en Artigas, una crónica de Gabriel Sosa sobre un tranquilo pueblo del interior que se transforma en la noche, un texto de César Bianchi en primera persona sobre la ayahuasca, una crónica de Fernán Cisnero que te lleva directo a las Islas Malvinas, una reveladora investigación de Carlos Tapia sobre torturas en el Inisa, un texto de Paula Barquet sobre “mulas” uruguayas presas en China, una entrevista perfilada de Mariángel Solomita con Carmela Hontou (esa “villana” a la que muchos señalaron al inicio de la pandemia) y un esclarecedor reportaje de Martín Tocar sobre el escándalo de Conexión Ganadera. Y mi aporte: un informe sobre la repetición escolar que reveló datos que hasta 2013 eran secretos. En aquellos años llegamos a ir a un juicio para conseguir información.

Una publicación como esta la hacen quienes escriben, quienes sacan y editan las fotos, quienes la diseñan. Cada uno con su granito de arena. Me parece justo nombrar a todos los periodistas que integraron Qué Pasa en estos 25 años (y espero no olvidar a ninguno), sin contar a las decenas y decenas de colaboradores: Leonardo Haberkorn, Andrea Tutté, Joel Rosenberg, Gustavo Escanlar, Gabriel Sosa, César Bianchi, Marcela Moretti, Nausicaa Palomeque, Antonio Álvarez, Fernán Cisnero, Federico Castillo, Lucía Massa, Eloísa Capurro, Fabián Muro, Paula Barquet, Sebastián Cabrera, Francisco Marques, Miguel Arregui, Viviana Ruggiero, Andrés Roizen, Renzo Rossello, Tomer Urwicz, Mariana Castiñeiras, Fernanda Kosak, Camila Bello, Mariángel Solomita, Carlos Tapia, Delfina Milder, Karen Parentelli, Clara Lussich y Martín Tocar.

Con algunos hablé en estos días. Estaban orgullosos de haber sido parte y de que se reivindique el camino recorrido. Este suplemento también es un homenaje a ellos, que hicieron posible un montón de historias.

La historia de cómo nació Qué Pasa, contada por su fundador

Leonardo Haberkorn / Primer editor de Qué Pasa

Por motivos que hoy no vienen al caso, yo no tenía ninguna tarea concreta asignada. Llegaba al diario cada día, me sentaba en mi escritorio, leía El País de punta a punta, leía los otros diarios, los semanarios, la prensa del interior y luego ya no tenía más nada que hacer. A veces salía a caminar por 18 de Julio sin rumbo. En ocasiones me metía en Baltimore, el local de “maquinitas”, a jugar en algún viejo flipper. Las horas pasaban lentas. Y con el correr de los días, la situación se hacía insostenible.

Ese era el panorama cuando recibí una llamada del director de El Observador. En aquel diario, el principal competidor de El País, existía un suplemento llamado Fin de Semana. Se publicaba los sábados e incluía informes en profundidad, notas analíticas, crónicas. Lo dirigía un gran periodista y amigo, Miguel Arregui. A Miguel le habían asignado otra responsabilidad en la redacción de El Observador y me había recomendado a mí para su puesto.

La llamada del director de El Observador, Ricardo Peirano, no pudo llegar en mejor momento. Yo estaba desilusionado de la situación en el diario, con cómo se habían dado las cosas y estaba aburrido de no tener nada que hacer. El sueldo que me ofreció Peirano era más o menos lo que yo ganaba en El País, pero la oportunidad de dirigir un suplemento semanal –y que apuntaba a un periodismo de calidad– era un desafío hermoso. Por supuesto que le dije que sí.
Supongo que habrá sido al otro día. Pedí ser recibido por Daniel Scheck, el administrador de El País, su máxima autoridad en aquel entonces y la persona a través de la cual yo había ingresado a trabajar en la empresa. Le conté sobre la oferta recibida y le dije que la había aceptado, que le agradecía mucho el haberme contratado, pero me iba a El Observador.

La mención a su principal competidor hizo que la mirada de Scheck cobrara una intensidad criminal, que solo le conocía cuando se refería a Peñarol. Yo evitaba hablarle de fútbol.
Usted no se va nada”, me dijo, tajante.
Le dije que sí, que me iba.
-¿Por qué?
-Acá no tengo nada que hacer, vengo todos los días, leo los diarios y salgo a caminar por 18. Usted sabe cómo fueron las cosas. Allá me ofrecen dirigir un suplemento semanal. La plata es la misma, pero me gusta mucho ese desafío.
Daniel era un caballero. Su temperamento era muy fuerte, pero también sabía oír razones. Respetaba mucho el periodismo bien hecho. Amaba a El País.

-¿Tanto quiere dirigir un suplemento?
-Sí.
-Bueno, usted va a dirigir un suplemento semanal, pero acá.
-De investigación periodística.
-No hay problema.
-En El Observador me ofrecen total autonomía, libertad absoluta. ¿La tendré acá?- le pregunté y le recordé las circunstancias que habían derivado en que yo me quedara sin nada concreto que hacer dentro del diario.
Va a tener libertad total. Y si tiene problema con alguien acá adentro, yo lo voy a respaldar. Yo tengo un nombre registrado en la Biblioteca Nacional desde hace años, Qué Pasa. ¿Le gusta? Ese va a ser su suplemento de investigación.

Nunca había esperado ese giro en los acontecimientos, pero no pude decirle que no. Me disculpé con Peirano y me quedé en El País. Así nació el suplemento Qué Pasa.

La historia de los seis años en los cuales lo dirigí sería muy larga de escribir acá. Fue muy rica en todo sentido. No faltaron los problemas, ni los ataques internos y externos. Por duras que fueran las tormentas –y las hubo- en los años en que Daniel se mantuvo dirigiendo a El País, honró a cabalidad su palabra y respaldó al suplemento en toda circunstancia.

Han pasado 25 años desde aquella conversación. Veinticinco años de aquella primera redacción formada con Andrea Tutté y Gustavo Escanlar. Muchas cosas han cambiado. Hoy Qué Pasa ya no es un suplemento tabloide que sale los sábados, sino que ocupa las primeras páginas del cuerpo principal del diario en las dos ediciones del fin de semana.
Pero por sobre los cambios, la intención de honrar al periodismo profundo y de calidad se mantiene. Es una apuesta de un cuarto de siglo.
Vale la pena celebrarla.

Un regreso a las raíces, y una escuela de periodismo

Martín Aguirre / Director de redacción

Qué Pasa no fue un producto “original”. En buena medida, el periodismo que reflotó el suplemento, abrevaba de una rica tradición de las redacciones de El País. Los más veteranos recuerdan la revista Reporter, otros las entrevistas de Ramón Mérica, las notas de Homero Alsina Thevenet. O incluso las columnas de Carlos Maggi. Cuando Daniel Scheck le propuso a Leo Haberkorn editar un suplemento así, honraba también otra tradición de El País que no suele ser valorada con suficiente aprecio en el periodismo nacional. Y es la independencia. Leo tenía ya un historial propio en el segmento electoral que había bautizado “La recta final”, y que había generado no pocos dolores de cabeza en la interna de un diario donde siempre hubo distintos centros de poder, y cuya coexistencia demandaba diplomacia y equilibrio. Estaba claro desde el día uno que la apuesta iba a agitar el avispero, y tal vez eso fue lo que logró que fuera tan disruptiva y exitosa. La gente sabía que allí encontraría un contenido periodístico diferente, fresco, riguroso, y peleador. Que complementaba de manera perfecta, aunque no siempre pacífica, los contenidos que la gente espera de un medio canónico y tradicional como puede ser El País.

Si Leonardo definió y ejecutó ese perfil, los editores que siguieron en estos 25 años han logrado mantener el nivel, y la apuesta. Convirtiendo a la marca Qué Pasa en sinónimo de periodismo de calidad en Uruguay. Pero hay algo quizás todavía más valioso.
En este tiempo, Qué Pasa ha sido una verdadera escuela superior de periodismo en el país. Tal vez, la mejor “maestría” a la que puede aspirar un profesional local, para elevar el nivel de su trabajo, y lograr el reconocimiento de sus pares. A muchos, Qué Pasa nos dio la primera oportunidad de dejar de costado la pirámide invertida, y otros corsets de esta profesión, para ensayar los primeros pasos de eso que es tan difícil de lograr en el periodismo, pero que termina siendo lo que define el éxito o el fracaso en el oficio: el estilo personal de escribir y mostrar la realidad. Es difícil pensar en algún periodista más o menos reconocido en Uruguay que no haya firmado alguna nota en Qué Pasa. Y ese rol, junto con la obsesión por la escritura de calidad, y el enfoque profundo de los temas, es probablemente lo que le ha ganado su permanencia.

En los últimos años, el periodismo ha estado sometido a una presión diferente. Hablamos de lo que a veces damos en llamar en la redacción, “la dictadura de la audiencia”. Es que los avances tecnológicos nos permiten hoy saber al minuto lo que la gente quiere leer. Como sorpresa para nadie, no siempre esta demanda es por los temas más gratificantes para quien sueña con un periodismo elevado y de calidad. Pero aquí, de nuevo, Qué Pasa nos ha dado una alegría. Es que a medida que las mediciones se han vuelto más sofisticadas, y podemos definir qué tipo de textos son los que llevan al lector a suscribirse al diario, sus informes son los que con más frecuencia convencen a la gente a pagar por periodismo. Y en tiempos en que la capacidad de atención de la sociedad parece cada vez más difícil de mantener, las notas de Qué Pasa son las que retienen por más tiempo el interés de los lectores. Algo que en tiempos tan complejos para esta profesión, maravillosa e ingrata en proporciones similares, reconcilia con esa entidad difusa, caprichosa, y tan difícil de satisfacer, que es en el fondo el fruto de todos nuestros desvelos: el lector.

Zelmar Michelini 1287, CP.11100, Montevideo, Uruguay.
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