Que hay que abrir la laguna al océano. Que no hay que abrirla. Que mejor hay que esperar. El tema es centro de permanente debate entre pobladores de la zona, veraneantes, científicos y autoridades. La historia es así: la laguna no está siempre conectada al mar. De hecho, lo habitual es que la “barra”, como le dicen, se abra en forma artificial al océano, muchas veces a pedido de los vecinos por las crecidas de la laguna. Se ha abierto el canal con palas mecánicas y hasta a mano. Y al tiempo se vuelve a cerrar sola.
Ahora no se abre desde julio de 2022, según los registros oficiales a los que accedió El País. La cantidad de aperturas viene en franco descenso. Entre 2016 y 2019 estuvo abierta 96 días al año en promedio y hubo años hasta con cinco aperturas. Desde 2020 el panorama cambió con 38 días de promedio de apertura anual. En 2023 no se pudo abrir ni una vez debido a la gran sequía: el nivel del agua, salvo un breve período a fines de año, estaba muy bajo.
A pesar de que técnicos y autoridades insisten en que hoy no están dadas las condiciones para abrir, muchos propietarios de casas reclaman a gritos esa apertura para que desaparezcan las plantas. Pero una apertura en determinadas condiciones (con la laguna con poca agua, por ejemplo) puede hacer que no sirva para nada (se cierra en horas o pocos días, dicen a El País el subsecretario de Ambiente Gerardo Amarilla, el intendente de Rocha Alejo Umpiérrez y la directora de Medio Ambiente de la Intendencia de Maldonado, Bethy Molina) además de que habría peligro por la descomposición de las plantas acuáticas, que no saldrían al océano y podrían dar lugar a más cianobacterias. En las últimas semanas ya han aparecido floraciones en la parte norte de la laguna.
Otra discusión es el lugar donde se abre. Para Molina, de la intendencia, el sitio que generalmente se elige, sobre un extremo de una especie de “lengua” que se genera contra la costa, no sirve porque hay poca profundidad y “no asegura que salgan todos los nutrientes que deberían salir, todo ese sedimento de fondo”. Umpiérrez, el intendente de Rocha, dice que abrir “no es un acto de voluntarismo” sino un tema “netamente biológico”.
La recomendación técnica –según una carta firmada por la directora del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, Lucía Bartesaghi, a la Comisión Asesora Específica (CAE) de la laguna- es promover la apertura “con el mayor nivel posible” para “asegurar la fuerza hidráulica necesaria para remover la vegetación hacia afuera, a la vez de permitir un ingreso significativo de agua salada para impedir la viabilidad de estas plantas así como el posible crecimiento de cianobacterias por la liberación de nutrientes”. El problema, dice la bióloga Rodríguez, es que por reclamos de la gente de la zona “las aperturas se hacen con la mínima cantidad de agua posible y eso progresivamente va haciendo que se vaya acumulando materia orgánica en el sedimento, entonces después viene un año y medio donde no se conectó con el mar y tenés una acumulación de nutrientes muy importante”.
La abogada Victoria Pereira, vecina del lugar, integrante de la Fundación Lagunas Costeras y representante de las ONG ante la CAE, dice que las últimas aperturas no han sido eficaces porque “hay intereses económicos de por medio, mucha gente a veces solicita la apertura de la barra cuando no hay condiciones óptimas”, ya sea “el ganadero porque utiliza la tierra para pastoreo o el hotel flotante porque a las pasarelas les llega más agua”. ¿Qué es una apertura eficaz? “Cuando está mucho tiempo abierta. Si tú abrís y simplemente es un desagote de agua, se cierra enseguida y después no sirve. Salió el agua dulce y no entró el agua salada, es un desastre”.
No existe un protocolo pero sí una propuesta planteada en un documento para realizar la apertura artificial de la barra con 1,90 metros de cota en la laguna y una posible excepcionalidad si hay más de 1,40 metros (y según otras condiciones).
A pesar de las fuertes lluvias de esta semana, aún la laguna está lejos de esos niveles. El lunes pasado llegaba a 0,94 y el viernes aumentó seis centímetros, hasta alcanzar un metro.
Una petición en change.org, que el viernes llevaba 3.584 firmas, reclama una “acción urgente para salvar la vida de una laguna que se está muriendo”. Entre otras cosas, la carta pide la “apertura inmediata y sin más dilatoria de la barra, permitiendo el ingreso de agua salada desde el mar para mantener un equilibrio saludable en la laguna”, la creación de “una comisión de cuenca”, la cosecha mecánica de las plantas por parte del Ministerio de Ambiente y el control de esa cartera en el uso de fertilizantes en los campos de la zona. Entre los pobladores de la zona hay posturas distintas y, según supo El País, incluso ha habido planteos de iniciar acciones penales por daño al medio ambiente. La Intendencia de Maldonado ha reclamado al Ministerio de Ambiente estudios de hidrodinámica del agua, para decidir el camino a seguir. “Pero no se ha dado”, dice la directora Molina, “la potestad para intervenir es del ministerio”.