Invasión de plantas acuáticas en Laguna Garzón

¿A qué se debe esta inédita situación en un área protegida?

Por Sebastián Cabrera 

Laguna Garzón, un paraíso de agua dulce para redescubrir. Ese es el título de una crónica que publicó la revista Domingo de El País el 10 de enero de 2020. La foto principal era una imagen de la tranquila laguna con el puente allá al fondo y varias personas haciendo kitesurf. Y la bajada, es decir el breve texto que resume parte del artículo, decía así: “Tiene playa, está cerca del movimiento, pero es un bastión sereno y natural para aficionados al deporte o aquellos que buscan unas vacaciones tranquilas”.

Pocas notas envejecen tan rápido. Cuatro años después, en la Laguna Garzón -en el límite entre Maldonado y Rocha y cerca de José Ignacio- no hay ni un solo deportista haciendo kite. Tampoco se ve gente caminando en la orilla. El sitio mantiene su calma, eso sí, pero en el agua una maraña de raíces y hojas tornan inviable cualquier deporte acuático y complican mucho la pesca.

Y, además, generan riesgos ambientales en una de las 18 áreas protegidas de Uruguay.

“Pasto” en el agua
Lunes, un rato después de las nueve de la mañana. El cielo está encapotado y parece que se viene tormenta pero la lluvia demorará unas horas en llegar. Ni bien el auto empieza a cruzar el icónico puente circular que diseñó Rafael Viñoly y que se inauguró a fines de 2015, la escena muestra una imagen muy distinta a aquella luminosa del verano de 2020. Enormes manchas marrones, amarillas y verdes acaparan buena parte del espejo de agua. Un hotel flotante ubicado del lado de Rocha está rodeado por algo así como islotes de plantas sobre los cuales picotean aves de diferentes colores y tamaños. Los dueños del establecimiento, desesperanzados, hacen cuentas tras un mal verano en el que las reservas bajaron en forma “importante”, admiten.

¿Qué son esas manchas en esta laguna en la que históricamente se ha mezclado el agua dulce con el agua salada? Se trata de plantas acuáticas que en el último año y medio han invadido todo. Por momentos han ocupado casi el 90% del total y, al decir de un poblador local, “antes teníamos una hermosa laguna; ahora un pantano”.
La planta (o “el pasto”, como le dicen los pescadores) se llama Myriophyllum quitense Kunth, tiene raíces de casi dos metros hasta el suelo y es nativa de los humedales del sur de América.

No es la primera laguna uruguaya en la que han aparecido estas plantas sumergidas pero sí la primera en la que se dio un crecimiento “tan rápido y alcanzando una superficie tan extensa”, dice un informe del Departamento de Sistemas Costeros y Marinos del Centro Universitario Regional del Este (CURE) de la Universidad de la República. Hay consenso entre autoridades y técnicos en que en la situación actual influyen aportes naturales y artificiales de nutrientes en el agua y sedimentos (sobre todo fósforo y nitrógeno) por la producción agropecuaria de la zona. Pero también (o sobre todo) incide la falta de entrada de agua oceánica, o sea la muy baja salinidad actual y el aumento de "tiempo de residencia" del agua. Un dato relevante: desde mediados de 2022 que la laguna no se abre al océano. Esto por la sequía que hasta fines del año pasado afectó a Uruguay y que redujo la dimensión y profundidad de la laguna.

La casa de Ángel “Sacapoco” Veiga -pescador de 62 años que vive acá desde que tiene siete- está en un camino que bordea la laguna ni bien se entra en Rocha. Es una zona de viviendas humildes.

-Vamos a salir por 18 de Julio –dice Angel y se ríe. Así le pusieron a una especie de canal que los pescadores hicieron entre las plantas y que permite adentrarse en la laguna. Entonces camina rumbo al agua, acomoda la chalana e invita a subir. Luego empieza a remar y la barca avanza por 18 de Julio. Enciende el motor y allá vamos.

-Ahora doblamos por 8 de octubre –dice con risa pícara, cuando el canal hace una curva pero en un momento se tranca. Las plantas se enredaron en el motor y las debe sacar. Eso pasará varias veces en la travesía.

“Usted siempre saca poco”, le dijeron hace un montón de años en un restorán de José Ignacio porque habitualmente llevaba menos pescado del que le pedían. El apodo le quedó. Aunque otros pescadores y vecinos dirán lo contrario, Angel asegura que aún se puede pescar. Claro, con más problemas que antes; hay que ir sorteando los islotes de plantas donde se alimentan diferentes aves, como patos, playeritos y garzas blancas. Nunca se vieron tantas aves como este marzo. Y la explicación parece estar en la Myriophyllum quitense, alimento ideal.
Una chalana cargada de pescados, ramas y hojas regresa hacia la zona del puente. Sacapoco lleva su barca a un costado y la deja contra las plantas amontonadas. Mete la mano en el agua, tira y saca larguísimas raíces.

-Hay más de dos metros de planta para abajo. Ella después asoma arriba, se sigue criando, ¿no? –dice Sacapoco y pide que “dejen quieta” a la laguna. Una laguna que conoce bien.

-Yo nunca había visto algo así en todos los años desde que vivo acá –cuenta el pescador, quien hoy se dedica a realizar paseos de ecoturismo; de fondo se escucha el canto de los pájaros-. Ahora hay muchas plantas que ya maduraron, cumpliendo su ciclo, por eso las ves marrones... estos colchones de pasto. Esas van a morir en poco tiempo pero el problema es cuando se abra la barra (al océano), hay que ver qué pasa con esos miles y miles de kilos de plantas. Si no hay un recambio de agua y el agua salada no las combate, en unos meses van a volver.

-¿Y con más fuerza?
-Mucha más cantidad.

Del lado de enfrente de la laguna, en la costa de Maldonado, está la tradicional pescadería Lagumar. Alexis Fontes, uno de los encargados, recibe a El País y cuenta que están con “una frustración bárbara” porque no pueden pescar más en la laguna, algo que hicieron durante tres décadas.
Se lo nota más molesto que a Sacapoco. Alexis cuenta que ya rompieron motor tres veces “por el tema del pasto” y que hoy en la laguna se pesca más que nada lisa, bagre y alguna tararira. En Lagumar van directo al mar desde José Ignacio. Él está seguro que lo que hace que crezcan las plantas acuáticas son las fumigaciones “allá arriba” en los campos. Señala al norte y dice: -Por la cuenca viene todo eso a la laguna; los herbicidas y demás… La desembocadura se tiene que abrir para que se limpie.

La bióloga Lorena Rodríguez, docente del CURE y responsable del convenio interinstitucional de monitoreo de las lagunas costeras salobres, es una de las científicas que más ha estudiado el tema. Desde su oficina, presenta así el panorama: “La situación actual de la laguna es crítica. No sé si es una catástrofe, pero es una situación muy delicada. Que puede ponerse peor o también puede mejorar”. Si bien en la zona la superficie de agricultura no es muy extendida en comparación a otras cuencas, Rodríguez ratifica que las técnicas actuales “favorecen la acumulación de fertilizantes solubles en la superficie del suelo” y el aporte puede ser significativo, “llegando fósforo en forma muy soluble” al agua. El biólogo Néstor Mazzeo, investigador del Instituto Sudamericano para Estudios sobre Resiliencia y Sostenibilidad, apunta que un periodo de sequía como el que hubo hasta hace poco tiene un “efecto concentrador” de esos nutrientes.
Una aplicación del Ministerio de Ambiente permite visualizar imágenes de varios satélites aplicados al análisis de floraciones algales.

Así se veía el 7 de marzo de 2024 la Laguna Garzón, donde se puede observar la presencia de plantas acuáticas en las zonas pintadas de verde.
Abrir o no abrir
Que hay que abrir la laguna al océano. Que no hay que abrirla. Que mejor hay que esperar. El tema es centro de permanente debate entre pobladores de la zona, veraneantes, científicos y autoridades. La historia es así: la laguna no está siempre conectada al mar. De hecho, lo habitual es que la “barra”, como le dicen, se abra en forma artificial al océano, muchas veces a pedido de los vecinos por las crecidas de la laguna. Se ha abierto el canal con palas mecánicas y hasta a mano. Y al tiempo se vuelve a cerrar sola.

Ahora no se abre desde julio de 2022, según los registros oficiales a los que accedió El País. La cantidad de aperturas viene en franco descenso. Entre 2016 y 2019 estuvo abierta 96 días al año en promedio y hubo años hasta con cinco aperturas. Desde 2020 el panorama cambió con 38 días de promedio de apertura anual. En 2023 no se pudo abrir ni una vez debido a la gran sequía: el nivel del agua, salvo un breve período a fines de año, estaba muy bajo.

A pesar de que técnicos y autoridades insisten en que hoy no están dadas las condiciones para abrir, muchos propietarios de casas reclaman a gritos esa apertura para que desaparezcan las plantas. Pero una apertura en determinadas condiciones (con la laguna con poca agua, por ejemplo) puede hacer que no sirva para nada (se cierra en horas o pocos días, dicen a El País el subsecretario de Ambiente Gerardo Amarilla, el intendente de Rocha Alejo Umpiérrez y la directora de Medio Ambiente de la Intendencia de Maldonado, Bethy Molina) además de que habría peligro por la descomposición de las plantas acuáticas, que no saldrían al océano y podrían dar lugar a más cianobacterias. En las últimas semanas ya han aparecido floraciones en la parte norte de la laguna.

Otra discusión es el lugar donde se abre. Para Molina, de la intendencia, el sitio que generalmente se elige, sobre un extremo de una especie de “lengua” que se genera contra la costa, no sirve porque hay poca profundidad y “no asegura que salgan todos los nutrientes que deberían salir, todo ese sedimento de fondo”. Umpiérrez, el intendente de Rocha, dice que abrir “no es un acto de voluntarismo” sino un tema “netamente biológico”.

La recomendación técnica –según una carta firmada por la directora del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, Lucía Bartesaghi, a la Comisión Asesora Específica (CAE) de la laguna- es promover la apertura “con el mayor nivel posible” para “asegurar la fuerza hidráulica necesaria para remover la vegetación hacia afuera, a la vez de permitir un ingreso significativo de agua salada para impedir la viabilidad de estas plantas así como el posible crecimiento de cianobacterias por la liberación de nutrientes”. El problema, dice la bióloga Rodríguez, es que por reclamos de la gente de la zona “las aperturas se hacen con la mínima cantidad de agua posible y eso progresivamente va haciendo que se vaya acumulando materia orgánica en el sedimento, entonces después viene un año y medio donde no se conectó con el mar y tenés una acumulación de nutrientes muy importante”.

La abogada Victoria Pereira, vecina del lugar, integrante de la Fundación Lagunas Costeras y representante de las ONG ante la CAE, dice que las últimas aperturas no han sido eficaces porque “hay intereses económicos de por medio, mucha gente a veces solicita la apertura de la barra cuando no hay condiciones óptimas”, ya sea “el ganadero porque utiliza la tierra para pastoreo o el hotel flotante porque a las pasarelas les llega más agua”. ¿Qué es una apertura eficaz? “Cuando está mucho tiempo abierta. Si tú abrís y simplemente es un desagote de agua, se cierra enseguida y después no sirve. Salió el agua dulce y no entró el agua salada, es un desastre”.

No existe un protocolo pero sí una propuesta planteada en un documento para realizar la apertura artificial de la barra con 1,90 metros de cota en la laguna y una posible excepcionalidad si hay más de 1,40 metros (y según otras condiciones).

A pesar de las fuertes lluvias de esta semana, aún la laguna está lejos de esos niveles. El lunes pasado llegaba a 0,94 y el viernes aumentó seis centímetros, hasta alcanzar un metro. Una petición en change.org, que el viernes llevaba 3.584 firmas, reclama una “acción urgente para salvar la vida de una laguna que se está muriendo”. Entre otras cosas, la carta pide la “apertura inmediata y sin más dilatoria de la barra, permitiendo el ingreso de agua salada desde el mar para mantener un equilibrio saludable en la laguna”, la creación de “una comisión de cuenca”, la cosecha mecánica de las plantas por parte del Ministerio de Ambiente y el control de esa cartera en el uso de fertilizantes en los campos de la zona. Entre los pobladores de la zona hay posturas distintas y, según supo El País, incluso ha habido planteos de iniciar acciones penales por daño al medio ambiente. La Intendencia de Maldonado ha reclamado al Ministerio de Ambiente estudios de hidrodinámica del agua, para decidir el camino a seguir. “Pero no se ha dado”, dice la directora Molina, “la potestad para intervenir es del ministerio”.

La apertura de la laguna al océano se puede constatar también haciendo una revisión de las imágenes históricas de Google Earth. Si bien no se cuenta con imágenes de todos los años y se trata de una captura de un momento puntual, en años como 2003, 2010, 2013 y 2019 se puede notar el pasaje de agua de un lado al otro.  

El “dios de la lluvia”
La casa del abogado Gonzalo Gari, de 61 años, está al fondo de un angosto camino que sube desde el mar del lado de Rocha. Es muy sencilla pero tiene una espléndida vista a la laguna. En esta zona, alejada del océano, las plantas acuáticas desaparecieron hace unos días pero ha habido episodios de cianobacterias.

Gari no vive acá pero pasa buena parte del verano y muchos fines de semana. Conoce bien el lugar, viene desde hace más de dos décadas.Por un momento su casa se transforma en una pequeña asamblea de vecinos. Allá llega en moto Ignacio Cerisola, un hombre de finanzas que se radicó en la zona en pandemia y trabaja como operador turístico de aventura. Junto a un tercer vecino que pide no ser identificado, dicen que no entienden por qué aun en momentos de sequía se optó por mantener la barra arenosa cerrada, sin flexibilidad. Cuentan que en octubre y noviembre pasados se dieron condiciones excepcionales para una apertura potencialmente exitosa, ya que el nivel de agua sobrepasó el metro y medio, hubo bajantes del mar y condiciones adecuadas del viento. Esto lo confirma la bióloga Rodríguez del CURE. Pero las autoridades decidieron no abrir. Gari se sienta en una mesa al lado de la parrilla y el horno a leña, con la laguna de telón de fondo. Entonces especula:

-Probablemente el inicio pueda tener que ver con la acción humana, con los fertilizantes. Pero hoy la causa es la propia planta, porque se descompone y tiende a generar una fertilización y cianobacterias. Gari está irritado y dice que el gobierno no “cumple con la responsabilidad de atacar las causas actuales de este problema” y “lo que debería hacer es abrir la barra, si se cierra volver a abrirla y poner máquinas a disposición”.
-Que no vengan a hablar de grandes costos, lo que hay es una inadecuada gestión. Es absurdo. Esto es como que estuviéramos en la Edad Media.

-¿Pero cuál puede ser el interés de las autoridades para no abrir?
-Yo creo que lo que hay es negligencia. Y se espera que sea la lluvia, el dios de la lluvia, el que venga a solucionar el problema. Ahora interviene Cerisola: -Acciones concretas, ninguna. Cuando se pudo abrir, cuando estuvimos en las condiciones, quedaron esperando a ver si llovía más. No solamente no pasó, sino que perdimos las condiciones que coincidían incluso con la época en que entraban larvas de camarones y otras especies de peces a desovar.
Por este canal entre las plantas, creado por los propios pescadores y bautizado como “18 de Julio”, salen a pescar hacia el centro de la laguna.
Riesgos ambientales
El ingreso de agua salada al sistema muy probablemente genere “una mortandad masiva de plantas”, que liberará de forma rápida una cantidad relevante de nutrientes al sistema con elevado riesgo de generar problemas de calidad del agua, dice Lucía Bartesaghi en carta dirigida a la CAE en octubre de 2023 ¿Estamos ante una emergencia ambiental?

Acá hay diferentes versiones. El subsecretario Amarilla (“esta planta ambientalmente no supone un problema, me lo dijeron los técnicos”) y la directora Bartesaghi lo niegan. El biólogo Mazzeo dice otra cosa: -Yo creo que sí lo estamos (ante una emergencia). El manejo de la apertura de la barra es una decisión que se tiene que tomar en el territorio, no en un escritorio en Montevideo. Pero el riesgo no es solo que haya más cianobacterias, sino que se ve afectado el “funcionamiento general” de la laguna, dice Molina de la Intendencia de Maldonado, “la luz no llega a la profundidad, entonces no hay fotosíntesis, empieza a faltar el oxígeno”. Eso en un extremo “lleva a condiciones de anoxia en profundidad, con muerte de peces y malos olores por descomposición”.

La bióloga Rodríguez coincide en que pueden generarse muertes masivas de peces (de hecho, es algo que ya se está denunciando, como se cuenta aparte en un recuadro) porque las plantas generan mucha biomasa, que en descomposición “consume el oxígeno en el fondo” y rompe el equilibrio. -Esas son situaciones muy drásticas, pero bueno, nunca la laguna había estado así, tampoco es que tenemos con qué comparar, ¿no?

-¿Y el puente puede influir en algo o no tiene nada que ver?
-Y bueno, nosotros pensamos que el puente también es un factor, habría que ver de qué manera. En la construcción hubo un problema con una maquina (que se cayó al agua), tuvieron que construir un terraplén en la laguna para sacarla y la empresa después no lo removió. Hay una barrera. Además acá se hizo un puente redondo con un estudio de impacto ambiental de un puente recto. En la realidad tiene el doble de los pilares respecto al estudio previo.
-O sea, ¿el estudio de impacto ambiental no era para un puente circular?
-No.
-Pequeño detalle.
-Sí –se ríe triste la bióloga-. Y lo que sabemos es que los nutrientes (en el agua) aumentaron notoriamente después del puente.
La planta se llama Myriophyllum quitense Kunth, tiene raíces de casi dos metros hasta el suelo y es nativa de los humedades del sur de América. Es la primera vez en la historia que se dio un crecimiento de plantas acuáticas en una laguna “tan rápido y alcanzando una superficie tan extensa”, dice un informe del Departamento de Sistemas Costeros y Marinos del Centro Universitario Regional del Este de la Universidad de la República.

Imágen: Instituto de Botánica Darwinion, Argentina.
“El puente también es un factor” para esta invasión de plantas en la laguna, dice la bióloga Lorena Rodríguez.
Muerte de peces: ¿a qué se debe?
El pescador Alexis Fontes, de la pescadería Lagumar, relata a El País que la última vez que fueron a la zona norte de la laguna, la que está más abierta para la pesca, había “una balsa de pejerreyes muertos”. Eso, asegura, ocurrió hace unas dos semanas.

El director nacional de Recursos Acuáticos, Álvaro Irazoqui, dice que el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca fue avisado tarde del episodio y que llegaron a tomar muestras del agua y de las cianobacterias presentes en esa zona de la laguna. Irazoqui dice que “100% no se pudo determinar” la causa de las muertes porque para eso se necesitan muestras de los propios peces, lo que no se pudo hacer. “La situación de la laguna, con cianobacterias en grandes concentraciones al norte, explicaría las muertes, a esto se puede sumar el descarte de algunas redes de pesca”, indica.

Se constató, eso sí, que la mortandad no persiste, sino que fue un evento.
Escuela de deportes náuticos: “Un verano jodido”
Se podría decir que los primeros afectados han sido los que realizan deportes acuáticos y los que dirigen emprendimientos comerciales vinculados a ello. Como Laura Moñino, una ingeniera agrónoma que tiene una escuela de deportes náuticos. Este verano “fue totalmente nefasto ya que no podemos utilizar el cuerpo de agua”, por eso “tuvimos que reinventarnos y utilizar otros lugares”, dice. Sufrieron “deserción total de los clientes y turistas”. Si bien el Ministerio de Ambiente la autorizó a hacer una prueba para “cosechar” las plantas en la zona donde ella trabaja y “retirarlas de la cuenca”, lo hizo en forma tardía. El proyecto lo presentó en setiembre y la autorización final llegó el 27 de febrero. Similar panorama cuenta Mateo Artagaveytia, quien dirige una escuela náutica que realiza paseos por la laguna, alquiler de catamaranes y clases de vela. “Esta temporada estuvo jodido, bravo. En un momento barajamos la opción de no hacer nada, pero por suerte pudimos buscarle la vuelta y trabajamos solo con la colonia, con los niños”, dice Artagaveytia, quien calcula que trabajó un tercio o menos que otros veranos.


Producción y textos: Sebastián Cabrera<br
Video: Florencia Cruz
Mapas y visualizaciones: Faustina Bartaburu
Equipo Narrativas visuales: Florencia Traibel, Faustina Bartaburu, Florencia Cruz
Fotos e imágenes de dron: Ricardo Figueredo
Diseño: TI El País

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