Germán de los Santos es un periodista argentino, corresponsal del diario La Nación en Rosario. Con Hernán Lascano acaba de publicar Rosario: La historia de la mafia narco que se adueñó de la ciudad (Editorial Sudamericana). De Los Santos habló con El País sobre la realidad de su ciudad y la comparó con la de Montevideo.
La tasa de homicidios de Rosario es cuatro veces mayor a la de la Argentina. ¿Cómo fue ese proceso y en cuánto tiempo se dio? ¿Qué factores incidieron?
-A partir de 2013 se produjo en Rosario un salto muy importante en la cantidad de los homicidios al llegar en ese momento a 263 asesinatos en un año. Aunque en 2012 ya empezaba a observarse un crecimiento de la violencia ligada a la venta de drogas al menudeo, en 2013 se vio una dinámica atípica que dejaba en evidencia las luchas territoriales por el manejo del narcomenudeo a partir del crimen de Claudio Cantero, alias Pájaro, líder de Los Monos. Se consolidó como método para ganar espacios dentro del mercado de drogas un uso extremo de la violencia con la utilización de sicarios rústicos y precarios como gestores operativos de los crímenes. Desde esa época hasta ahora Rosario no logró bajar de manera consolidada ese nivel de violencia, que rompió un nuevo récord en la ciudad el año pasado con 288 asesinatos. La pérdida del control de la calle por el Estado, con una policía atravesada por altos niveles de corrupción, y una marginalidad en ascenso, espacios vulnerables de donde se nutren las bandas narco, provocó que el uso de la muerte se convirtiera en un negocio que se gestiona desde las cárceles, que es donde están hoy alojados los principales líderes de estos grupos criminales.
-En Rosario cerca del 76% de los homicidios se vinculan al narcotráfico. En ese sentido, en Montevideo no estamos tan lejos de ese porcentaje: en lo que va de este año los homicidios por ajustes de cuentas/conflictos entre criminales son el 57,2% del total. Una década antes, era apenas el 33%. ¿Hay señales de que Montevideo siga el camino de Rosario?
-Montevideo empezó a mostrar algunos síntomas similares a los que surgieron en Rosario hace una década. El uso de la violencia como ordenador del mercado de drogas doméstico provoca escenarios complejos en las ciudades, que fuerzan a que haya zonas donde se empiecen a consolidar territorios tomados por las bandas. En Rosario el Estado reaccionó tarde y luego lo hizo con estrategias que no funcionaron y que solo apuntaron a perseguir a los grupos criminales sin reconstituir el tejido social perforado por la violencia. Considero que Montevideo está en una situación diferente donde aún no se ve una penetración tan intensa de la criminalidad en los barrios. Y no se aprecia un deterioro social tan brusco como el que se dio en Argentina a partir de la sucesión de crisis políticas y económicas que son los espacios donde penetran con mayor facilidad estos grupos criminales, a partir de brindar un porvenir a los jóvenes ligado a una cultura de una vida desenfrenada y opulenta.
-¿Qué papel juega la hidrovía y el puerto de Montevideo en este escenario?
-Otro punto en común entre Rosario y Montevideo es que son ciudades portuarias con salida al exterior. Son puntos apreciados por el crimen organizado para usar los canales de contrabando históricos para “exportar” droga. En Rosario se dio una particularidad en el periodo de génesis del problema narco que fue que había una enorme cantidad de cocaína, porque los contrabandistas como Carbón Blanco cobraban en droga. Quedaba en la ciudad el 10 por ciento de lo que salía al exterior. Eso alimentó a las bandas locales que no tenían relación con ese mercado de exportación. Uno de los últimos reportes de Naciones Unidad habla de la relevancia que tomó la hidrovía durante la pandemia, de ser una ruta de salida de la droga que se produce en Sudamérica. El déficit de los controles en los puertos y la falta de coordinación entre los países que conforman la hidrovía genera espacios ideales para que organizaciones con mucho poder, como Primer Comando Capital y grupos criminales internacionales, utilicen terminales como base de operaciones en rutas oceánicas que cambian todo el tiempo.