El veloz deterioro de la costa

¿Qué playas de Uruguay están en peligro y cuál es el plan para rescatarlas?

Producción y texto: Mariángel Solomita
Datos y visualizaciones: Faustina Bartaburu

Un veraneante común puede desconocer la ajetreada vida secreta de las playas, pero alguna cosa intuye cuando los días de calor formula la pregunta de “cómo está el mar”. Cambia la temperatura del agua, la fuerza del oleaje, cambia el grosor y el volumen de la arena; porque una playa es mucho más de lo que vemos desde la sombrilla. Una playa es tridimensional y lo que sucede en sus dunas y en la parte sumergida -hasta donde empieza la rompiente- la vuelve uno de los sistemas más dinámicos del mundo. Dinámico, pero también vulnerable. Hoy más vulnerable que nunca debido al cambio climático y al impacto de la urbanización que están generando un grave problema de erosión en la costa.

La erosión proyecta un futuro dramático. Para contenerla, muchos científicos están trabajando en las playas uruguayas -ingenieros, geomorfólogos, ecólogos, incluso sociólogos y economistas- contribuyendo a dimensionar el impacto, proponiendo interpretaciones y soluciones que a veces no coinciden entre sí.

El trabajo conjunto diseñó un fornido diagnóstico recogido en el Plan Nacional de Adaptación Costera (NAP Costas), elaborado en la última administración frenteamplista (entre 2015 y 2019), que identifica las playas en mayor peligro y propone distintas medidas para mitigar el impacto de la erosión.

Estas recomendaciones son prioritarias para el gobierno de coalición, asegura Gerardo Amarilla, el viceministro de Ambiente. Las mismas deben ser articuladas -y en gran medida financiadas- por los seis gobiernos departamentales con las tasas más altas de población cerca del agua y dependencia al turismo de playas: Montevideo, Canelones, San José, Maldonado, Colonia y Rocha. Sin embargo, algunos investigadores y más de 80 organizaciones que integran la Red Unión de la Costa plantean que en distintos casos las acciones de recuperación se riñen con la aprobación de proyectos inmobiliarios sobre la franja costera, acentuando así el mismo mal que se busca combatir.

Cuando el agua aprieta

Un veraneante común elige una playa y se mantiene fiel a su refugio. En muchos casos la relación dura décadas, llegando a conocer cada rincón de su cálido paisaje. Tal vez por eso, aunque sabemos -vemos- que el cambio es inevitable, nos aferrarnos al deseo de que la playa sea un escenario que aguarde intacto nuestra visita el próximo verano.

Para el investigador Luis Orlando, comparar el tamaño de una playa usando el recuerdo de nuestra niñez es un parámetro relativo. A las playas hay que mirarlas a otra escala -dice- para entender su funcionamiento. Entender: qué rol tiene el viento y qué rol tiene el mar en el transporte del sedimento “para no entorpecer ese movimiento”.

Pongámoslo así: la duna es el corazón de la playa. Pero la playa “es el resultado de un montón de cosas que están pasando en el espacio que usamos para tomar sol, en el agua y en las propias dunas”, explica Orlando, investigador del departamento de ecología y biología evolutiva del Instituto Clemente Estable. Si un solo componente está afectado, todo el sistema se derrumba.

El movimiento del agua mueve la arena. Si es suave, lleva arena a la playa, que se seca, vuela y genera una duna; que es como un escudo: su protección. Pero si el oleaje es fuerte, la devora. Por eso: cuanto más tormentas, menos arena. Además del efecto del cambio climático, en nuestro país la arena también desaparece de la costa porque es traficada y como una consecuencia de la urbanización, que ha construido encima de la duna. Y una playa sin duna no tiene corazón.

En Montevideo, la rambla le puso un límite a la duna “y el nivel del mar sigue subiendo y la playa queda apretada, lo que hace que se vaya reduciendo el área cada vez más”, plantea el investigador.

Para calcular la variación de la superficie de la arena y de la vegetación, Orlando desarrolló una metodología utilizando una herramienta satelital, que aplicó a 20 playas de Montevideo en un lapso temporal de 1984 a 2019. A partir de este análisis, realizó una publicación en un medio de especialización científica. “Hay años en que el área crece y otros que decrece, eso ayuda a entender los ciclos y cuáles son las variables que están moviendo esos ciclos”, dice. ¿Cuál es su utilidad? “Lo valioso es ver la tendencia de la serie. Eso te permite identificar los ciclos que podés aprovechar para planificar el manejo de la playa”, señala.

Seis playas afectadas por la degradación de la costa

ramirez
Ramírez
Montevideo
La Playa Ramírez disminuyó un 32% en su área total desde 1984 a 2023. Es decir, que partiendo del área total de 1984 (44.237,05 m2) en 2023 estaba en un 67,43% (29.829,17 m2).

67,43%

los dedos
Los dedos
MALDONADO
Partiendo desde 1984, la superficie de Los Dedos disminuyó un 26% en su área total. El área total (arena + vegetación) pasó de 177.843,39 m2 en 1984 a 130.373,02 m2 en 2023.

73,30%

valizas
Valizas
Rocha
En 2023 la superficie playa de Valizas estaba en un 49,66% de lo que era en 1984. La playa ubicada en Rocha pasó de 435.135,15 m2 de área total en 1984 a 216.114,04 m2 en 2023.

49,66%

ferrando colonia
Ferrando
COLONIA
Algunas playas de Colonia también han sufrido una baja en su superficie total. En el caso de la playa Ferrando pasó de 110.940,16 m2 en 1984 a 87.224,79 m2 en 2023.

78,62%

portezuelo
Portezuelo
MALDONADO
La playa de Portezuelo, en Punta del Este, es otra de las que se ha visto afectada. Su área total bajó de 938.284,87 m2 en 1984 a 621.159,90 m2 en 2023.

66,20%

los ingleses
De los Ingleses
montevideo
La playa de los Ingleses, en Punta Gorda de Montevideo, también ha variado. El área total pasó de 11.150,82 m2 en 1984 a 5.562,41 m2 en 2023.

49,88%

Para este informe, actualizó el relevamiento al 2023 y sumó nuevos tramos que iremos presentando más adelante. El cálculo de la variación se hizo tomando como base los valores del primer año medido (1984). De esta forma, el resultado revela que en Montevideo el área de arena y vegetación disminuyó 83% en la playa de Punta Espinillo; 78% en La Mulata; 56% en Playa Verde; 50% en el caso de Malvín y la playa de Los Ingleses. Le siguen la playa del Cerro con una retracción del 39% y Buceo con 38%. Entre las más afectadas también está la Ramírez con 32% menos, la Brava con 25% y Santa Catalina con 24%.

No todo son malas noticias.

Algunas playas sí crecieron, augurando el éxito de algunas medidas de mitigación. En este puñado, se luce la playa Pocitos con un aumento del 27%.

Pocitos
Montevideo
Mansa, José Ignacio
Maldonado
Mansa, Atlántida
CANELONES
Aguas Dulces
ROCHA

¿De quién es la culpa?

Sobre la esplendorosa costa uruguaya pesa la advertencia de una condena, porque está inmersa en un foco de calentamiento, donde el calentamiento de las aguas ocurre a tasas mucho mayores que el promedio global. El panorama es más grave en el caso del Río de la Plata, la cuna del 67,2% de nuestras playas.

El ecólogo marino Omar Defeo traduce esta amenaza explicando que el cambio climático influye en la temperatura, pero también en el incremento del nivel del mar, en el cambio de los vientos y en el aumento de eventos meteorológicos extremos, “lo que trae efectos en cascada a largo plazo y a gran escala en la biodiversidad y en el sistema social ecológico con perjuicios socioeconómicos”, afectando el empleo de estas comunidades.

Las señales ya estaban ahí, susurrando desde hace décadas. “Detectamos efectos en el incremento de mareas rojas -la última en Maldonado duró ocho meses, generando la clausura de algunas pesquerías- y en mortandades masivas, como el caso de la almeja en Rocha”.

Otro síntoma de la agudización del cambio climático es la mencionada erosión costera, “un fenómeno súper complejo influenciado por muchos factores” y fácilmente reconocible, por ejemplo en la reducción del ancho de la playa.

Anomalías Playa Ramírez
Anomalía del área total con respecto al promedio de los años 1984- 2023.
Anomalías Playa Cerro
Anomalía del área total con respecto al promedio de los años 1984- 2023.

Evaluar el proceso de erosión requiere comparar las medidas de distintos elementos en una franja amplia de tiempo. Conocer el funcionamiento de las olas, de las mareas, la evolución del tamaño de los granos de arena, su volumen, “pero también la historia de la zona, su geología, los aportes de los ríos, el desarrollo de la urbanización costera”, y además de todo esto, como un efecto regional, relacionar el aumento del nivel del mar y de la presión media del mar provocado por el cambio climático.

“Pero no hay que echarle la culpa únicamente al cambio climático”, dice el experto. En Uruguay hay zonas que son particularmente sensibles a la erosión: lo traen en su ADN. Estudios detectaron un retroceso de un metro por año en los acantilados ubicados en la zona de la playa Las Vegas en Canelones. Esto constituye un proceso geológico, sin relación directa con la variabilidad climática.

Por otro lado, los atributos de la playa pueden hacerlas más o menos susceptibles al incremento del nivel del mar. Se llevan la peor parte las que tienen arena fina y pendiente suave -Atlántida en Canelones; Solanas en Maldonado; Carrasco y playa Brava en Montevideo; La Coronilla, Aguas Dulces y Costa Azul en Rocha-. Menos erosionables son las playas de arena gruesa y pendiente pronunciada, que les da mayor protección para enfrentar la subida del mar y los vientos.

A pesar de esta distinción, todas las playas uruguayas sufren en mayor o menor medida la erosión provocada por factores de tipo natural y los que tienen que ver con decisiones humanas, como la construcción sobre las dunas -de casas, edificios, estacionamientos, paradores, restaurantes y accesos a las playas-. “Se construyó donde no se debía construir. Uno de los graves problemas de las playas de Aguas Dulces (en la zona edificada la arena disminuyó 86%, según el estudio de Orlando) y de Costa Azul es el deterioro de la zona dunar como factor de amortiguación”, enfatiza el profesor titular del Laboratorio de Ciencias del Mar de la Facultad de Ciencias. Y agrega: “Al destruir la duna por una mala planificación de las respectivas autoridades permisivas que dejaron construir encima, se le amputó la pierna a la playa”.

No son los únicos casos.

Desde la Red Unión de la Costa -integrada por organizaciones ciudadanas y la academia, “sin bandera política”- aseguran que “la urbanización y los continuos desarrollos inmobiliarios son la principal causa del deterioro costero”. Uno de los principales instrumentos que tiene el Estado para la protección de su zona litoral es la Evaluación de Impacto Ambiental: “Lamentablemente, este procedimiento muchas veces es solo un trámite y no cumple la función que debería”, argumentan. “Son los interesados quienes llevan a cabo y presentan el estudio. Por razones obvias es claro que dichos estudios son pobres, y observamos que la decisión final sobre cada propuesta termina siendo una decisión política”.

Desde el Ministerio de Ambiente, el subsecretario Amarilla responde que “la franja de 150 metros de distancia de la costa se respeta”, ya que “en general no se permite ninguna obra dentro”.

Defeo comparte la postura de esta red y le recrimina al gobierno “inconsistencia institucional” al aprobar loteos en zonas dunares y a las intendencias firmar excepcionalidades de construcción, en especial la de Maldonado. Entonces dispara: “Es muy fácil echarle la culpa al cambio climático cuando una buena parte de los problemas los generamos nosotros con unas pésimas políticas de ordenamiento territorial que van a contrapelo de los criterios de conservación y sustentabilidad que se promocionan”.

La acción de las intendencias

Salvo la de San José, las otras cinco intendencias comprometidas con el NAP Costas detallaron a El País las medidas que llevan adelante para contener la erosión costera. Las autoridades coinciden en señalar que su financiamiento y el posterior monitoreo se les hace cuesta arriba, pero desde Ambiente Amarilla plantea que se ha conversado con los intendentes para que incluyan el componente cambio climático en su presupuesto. El plan solo prevé costear medidas puntuales.

CANELONES

Desde Canelones, el director de Gestión Ambiental Leonardo Herou identifica que “la forma en que se fue urbanizando la costa durante décadas”, sin planificación, “proveyendo los servicios de atrás”, y el impacto del cambio climático “hace que tengamos una zona costera espectacular con una vulnerabilidad muy importante”. La política de manejo costero incorporó una ordenanza que creó una comisión asesora de la que participan también Prefectura, los municipios y organizaciones sociales.

Puntualmente, se ordenó el acceso a las playas “para que la gente no baje por las dunas”, y los estacionamientos. Se invirtió en mejorar el drenaje pluvial. Se quitaron especies exóticas invasoras y se reforestó con especies nativas. Se colocaron “cientos y cientos de metros” de cercas captoras para retener arena.

La lupa está en la zona de Atlántida (disminución del 3% en la playa Mansa, según la medición de Orlando). Junto a la Universidad de la República se estudian alternativas de gestión para las playas de Costa Azul y La Floresta, incluyendo la desembocadura del Solís Chico, Solís Grande y del arroyo Carrasco. “No tenemos nada explotando, pero sí muchos lugares que nos preocupan”, concluye.

MALDONADO

Aunque no aporta la cifra, el director de Gestión Ambiental de Maldonado, Jorge Píriz, asegura que “se invirtió muchísimo dinero” en la recuperación de la franja costera, una política que el intendente Enrique Antía lanzó en su primer período de gobierno en el 2000 y que incrementó en los últimos dos. En cuatro décadas, la playa Portezuelo redujo 33% su área de arena y vegetación, Los Dedos 26% y la Mansa 24%.

Mediante el NAP Costas, la comuna accedió a un financiamiento para estudiar alternativas de recuperación de la playa de Piriápolis, “pero es ínfimo en comparación a lo que se gasta y paga el pueblo de Maldonado”, dice Píriz.

Cerraron bajadas y montaron nuevos accesos; se demolieron paradores y estructuras que afectaban a las dunas. Se reconstruyeron dunas con cercas captoras y se hicieron plantaciones. En las zonas con riesgo de pérdida de playa, se colocaron geotubos -membranas que se rellenan de arena para fijar la duna-. “Eso funcionó de la parada 1 a la 3 de la Mansa, en la 7 y en la 12”, detalla el jerarca de la comuna señalada por firmar excepciones a la construcción, y que protagoniza una polémica por un proyecto inmobiliario en Punta Ballena y otro en José Ignacio.

PORTEZUELO, PUNTA DEL ESTE. La popular playa de Portezuelo en Maldonado también ha ido disminuyendo su área total. En 1984 el área de arena y vegetación acumulaba 938.284,87 m2, mientras que en 2023 estaba en 621.159,90 m2.

COLONIA

El director de Planificación Territorial y Medio Ambiente Martín Avelino reconoce que en Colonia sufren la degradación de sus 190 kilómetros de costa. “Constatamos un gran avance del río y un deterioro de las playas, por más que siempre se han tomado medidas de mitigación con plantaciones de junco, redes y mallas protectoras para contener la arena”, que habrían dado buenos resultados en los balnearios Santa Ana y Santa Regina.

Las alertas están en las zonas de Nueva Palmira y Carmelo, donde el plan es hacer un refulado: es decir tomar arena del medio del agua mediante un dragado y volcarla en la playa. El plan está pausado debido al costo, que rondaría el millón y medio de dólares.

Asegurar el acceso y la conservación de las playas, recuperando el sistema dunar “son prioridades de la gestión”, pero también se prevé modificar los fraccionamientos puesto que al avanzar el agua hacia adentro de la franja de 150 metros -que según la normativa de ordenamiento territorial deben ceder los loteos- “es como que nos estamos quedando con tierra privada”, lo que está generando juicios con vecinos que exigen que se les pague una (abultada) expropiación y conflictos “por la puja con desarrolladores inmobiliarios”.

Hasta que no se modifique la normativa -previsto sin éxito para la pasada Ley de Presupuesto-, se negocia caso a caso. “Nuestro problema es sobre todo con los fraccionamientos rurales, porque van directo al Ministerio de Ganadería sin pasar por la intendencia”, apunta Avelino.

EL CALABRÉS, COLONIA. La playa El Calabrés se mantuvo sin demasiadas variaciones a lo largo de las cuatro décadas. La disminución del área que comprende arena y vegetación fue de 5%.

Vista del muelle de la Playa El Calabres, nota por el Proyecto + Colonia para generar un polo de la industria del conocimiento en un predio de 500 hectareas en Colonia del Sacramento, ND 20231128, foto Fernando Ponzetto - Archivo El Pais

MONTEVIDEO

Montevideo se desarrolló sobre la costa, lo que la deja muy expuesta a la subida del nivel del mar y a la erosión de sus playas. Además de los factores naturales, confluyen otras amenazas cómo el manejo de los residuos que llegan a la costa y a partir de los arroyos; las vías de drenaje y obras como la rambla en línea recta, “un pecado original”, según define el ecólogo marino Omar Defeo, que condiciona su salud.

Verónica Piñeiro, gerenta de Gestión Ambiental de la Intendencia de Montevideo, cuenta que en el marco de NAP Costas se trabaja puntualmente en la playa del Cerro, definiendo qué acciones desarrollar para frenar la creciente erosión.

La comuna ya había firmado un convenio en 2008 con la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, para evaluar las playas y generar estrategias de mitigación, principalmente regenerando las dunas con cercas captoras.

Según la experta, el éxito de esta solución basada en la naturaleza se ve en las playas de Pocitos y Malvín. Próximamente se implementará la segunda etapa: la revegetación de las dunas recuperadas. “Su mantenimiento es desafiante porque implica que las personas no caminen sobre ellas”, apunta.

Además de la playa del Cerro, otros análisis indican que la de Carrasco está en situación crítica y ya no admite una medida “blanda” para recuperar la duna. “Ahí hay que traer arena a la costa, lo que implica un dragado”, plantea Piñeiro.

CARRASCO, MONTEVIDEO. La playa Carrasco es una de las que la Intendencia de Montevideo tiene en la mira por su creciente erosión.

Hotel Carrasco

ROCHA

Hoy todas las miradas están puestas en Rocha. Prácticamente todas las playas tienen comprometido su sistema dunar. “Si vemos la foto del día de hoy pensaríamos que es un tema urbanístico, pero es un proceso de dinámica costera que ha cambiado muchísimo en los últimos 50 años”, dice Rodrigo García Píngaro, director de Ambiente y Cambio Climático. Las construcciones no tienen toda la culpa, plantea, y retirarlas de la costa implicaría un millonario gasto en expropiaciones. Imposible.

Los más de tres kilómetros de cercas captoras colocadas habrían dado buenos resultados con formación de médanos en Barra del Chuy, Punta del Diablo y Aguas Dulces (no en la zona de las casas). Pronto colocarán cercas en Cabo Polonio (de alambrado, un método distinto) y se trabajará sobre la degradada playa Valizas (50% menos de arena y vegetación) y la desembocadura de su arroyo -que debido a una modificación del cauce con cada tormenta arrastra casas-, colocando un dique.

En el marco del NAP Costa, la intendencia recibió un fondo para la preservación de La Paloma. En cuanto a Aguas Dulces, una de las playas más golpeadas por la erosión, y donde prima un complicado juicio por la propiedad de la tierra, la comuna contrató a una agencia portuguesa que elaboró un proyecto de recuperación (protegiendo las construcciones) con varias opciones. Este año, se planea encargar el estudio de factibilidad.

Por último, está el conflicto en Costa Azul por una intervención “de ingeniería dura”, con valor de un millón de dólares, financiada por la intendencia y los vecinos, que fue presentada como emblemática y ahora es criticada por vecinos y parte de la academia. García defiende la obra, dice que ya dio resultados positivos y que los vecinos que se quejan “no tienen argumentos” y “están politizados”. Los vecinos más próximos a la playa “están felices porque han sido testigos de que en las tormentas el mar no avanzó”, asegura.

Según el investigador Defeo, el enrocado que se hizo “no sirve para nada, y es peligroso para los bañistas”, al sumergirse en una playa con piedras. Suma a Costa Azul a un desafortunado listado de playas que “se pasaron del punto crítico”. En ellas, las medidas de mitigación no alcanzan. Allí están algunas de Montevideo (ver recuadro), como una punta de Trouville, la parte oeste de Carrasco y la playa Brava. Su recuperación es un desafío. Mientras que la protección real de las otras playas no admite excusas: el tiempo se acaba.

AGUAS DULCES, ROCHA. Si bien al mirar la superficie total de la playa de Aguas Dulces no se nota demasiada variación desde 1984, si se mira específicamente la superficie de arena sí cambió drásticamente: disminuyó un 86% a lo largo de los años.

Playa a playa: denuncias de civiles y la academia

En Colonia, la preocupación de la Red Unión de la Costa está centrada en el megaproyecto inmobiliario +Colonia. Además, constata floraciones de algas en varias playas con gran frecuencia. En San José, señala el impacto de la planta potabilizadora de agua en Arazatí, así como alambrados en padrones rurales que limitan el acceso público a la playa. En Ciudad de la Costa, apuntan a la desembocadura del arroyo Pando y a fraccionamientos en la faja de defensa de costas en El Pinar. En Piriápolis: denuncian erosión, contaminación y fragmentación de ecosistemas nativos. En Maldonado, la fijación de dunas con especies exóticas y las excepciones a la normativa nacional y departamental. La Paloma tiene coliformes fecales y aumento de la napa freática, además de que se construye en la faja prohibida.

Textos: Mariángel Solomita 

Datos y visualizaciones: Faustina Bartaburu 

Videos de dron: Ricardo Figueredo

Fotos: Archivo El País

Diseño: TI El País