#Manuel Ardao

Está a punto de recibirse de arquitecto en la Udelar y sorprendió a todos en el Mundial de Rugby

A Manuel Ardao lo elogió hasta el entrenador de los All Blacks. El tercera línea de Los Teros fue otro de los personajes uruguayos de 2023.

En un deporte en el que lo colectivo está muy por encima de lo individual y con la misma disciplina con la que encara su vida, Manuel Ardao (25 años) fue sorteando etapas hasta convertirse en jugador de rugby profesional, ponerse la camiseta de Los Teros y brillar en un Mundial a punto tal que su espectacular rendimiento individual fue reconocido por todos sus rivales y hasta incluso por el entrenador de los All Blacks.

Y no todo fue de golpe ni de casualidad. Mientras ya era parte de las juveniles de Old Christians —su club de origen—, llegó el llamado de la selección uruguaya, entró al Centro Charrúa y de ahí no salió más.

Se puso la Celeste, defendió a Uruguay en mundiales juveniles, tiene tres presencias en la Copa del Mundo (una en la de Seven y dos en la de XV) y, luego de haber tenido su estreno en la elite en Japón 2019, su rol en el equipo cambió, pero él no. Y Manu brilló en Francia 2023.

En medio de todo ese camino vestido de celeste, llegó el paso del rugby amateur al profesional, pero a nivel de clubes. Dejó Old Christians para sumarse a Peñarol, la primera franquicia de Uruguay.

Manuel firmó con el carbonero a los 21 años y, tras la salida de Andrés Vilaseca en 2022, se transformó en el capitán del equipo. Otro desafío. Otra oportunidad de seguir demostrando que todo el esfuerzo que le puso a este deporte continuaba trayéndole recompensas.

Pero la vida de Ardao no respira solamente rugby.
Si bien en su familia es el deporte casi que por excelencia (ya que su hermano Diego también juega —es el capitán de Los Teros Seven— y compartieron plantel de Los Teros XV en la preparación rumbo a Francia 2023), Manu también apuesta a la formación profesional: se está por recibir de arquitecto en la Universidad de la República.

Y ahí es donde entra a jugar otra vez la disciplina de una persona que va sorteando etapas de la vida, pero que también las disfruta. Y mucho. Las disfruta junto a su familia, junto a su novia y junto a sus amigos, los de toda la vida y los que, por supuesto, le dio el rugby.

Es más, en el Mundial de Francia 2023 no solo disfrutó de haber tenido un gran rendimiento individual sino que además estuvo rodeado de afectos ya que en esa Copa del Mundo tuvo a su familia, a su novia, a la familia de la novia y también a muchos amigos que viajaron a alentar a la Celeste.

Eso sin lugar a dudas es un aspecto importante para un deportista de elite que afronta un gran desafío como jugar un Mundial contra las mejores selecciones de este deporte. Y para un equipo como Los Teros toda muestra de afecto suma ya que el plantel se transformó en una gran familia, con los de adentro y con los de afuera.

Y si de adentro de la cancha hay que hablar, lo de Manuel Ardao sorprendió a todos. En la Copa del Mundo de Francia, la Celeste debutó ante el anfitrión —uno de los favoritos que en la primera fecha del Grupo A había derrotado nada menos que a Nueva Zelanda— y en ese encuentro el equipo de Esteban Meneses estuvo a punto de patear la mesa grande del rugby.

Los Teros perdieron por un ajustado 27-12 en el Estadio Pierre-Mauroy de Lille y esa noche Manuel Ardao robó dos pelotas. Esa faena la duplicó ante Italia y, a pesar de la derrota por 38-17, el tercera línea fue nuevamente de los más destacados de Uruguay. Ante Namibia no tuvo robos y se despidió con uno ante Nueva Zelanda para completar los siete que lo dejaron en el pelotón de los segundos jugadores con más pescas en el torneo con solo cuatro partidos. Kwagga Smith de Sudáfrica —el campeón— fue el líder con 10, pero jugó siete encuentros.

El mundo del rugby comenzaba a conocer a Manuel Ardao. Los diarios de Francia mostraban sus estadísticas y hasta el entrenador de los All Blacks, Ian Foster, destacó la actuación del surgido en Old Christians alabando su gran rendimiento en el Mundial.

Y nuevamente nada fue casualidad. En una posición como la de Manu —un tercera línea y más precisamente número 6— se entrena para ser un gran tackleador con agresividad para poder contener a los rivales, pero también estar siempre atento a cada jugada con el objetivo de anticiparse en las acciones y quedar pronto para lo que mejor sabe hacer: robar pelotas.

Es por eso que, luego de la decisión previa de World Rugby de implementar algunos cambios en el reglamento de cara a Francia 2023, Ardao repasó las variantes una por una como quien lee un libro de derecho penal para llegar con cada concepto teórico bien aceitado a la gran cita, pero también para aplicar todo eso en la cancha.

La disciplina volvió a escena y el tercera línea cumplió con creces. Tal es así que muchos pusieron el ojo en un jugador que, antes de viajar a la Copa del Mundo y luego de ser campeón del Super Rugby Americas con Peñarol, firmó su contrato con Miami Sharks, franquicia de Estados Unidos que defenderá a partir de enero en lo que será otro gran desafío en su carrera.

Pero si de desafíos se trata, uno de los grandes objetivos de Manuel Ardao es recibirse como arquitecto y para eso mete horas de estudio. Le quedan los últimos exámenes de una carrera que eligió hacer en la Universidad de la República sin gozar de beneficios por ser deportista profesional, cuando en varias ocasiones pudo pasarse a la privada gracias a los diferentes acuerdos de la Unión de Rugby del Uruguay para facilitar la formación profesional a sus jugadores. La disciplina es la palabra que define a Manu. Un jugador de 25 años que disfruta cada paso en su carrera y lo hace rodeado de sus afectos, pero con la convicción y la meta de superarse día a día. Lo demostró en Japón 2019, lo demostró con Peñarol en su pasaje al profesionalismo y lo demostró en Francia 2023 brillando en Los Teros.

La historia de Manuel Ardao continúa y ahora vendrán nuevos objetivos. En poco tiempo será arquitecto y en unos meses estará buscando más pescas en la Major League Rugby de Estados Unidos.

Zelmar Michelini 1287, CP.11100, Montevideo, Uruguay.
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