Campeones del mundo: los gurises uruguayos que hicieron historia en La Plata
El plantel Sub 20 que logró la Copa del Mundo en Argentina entró en la más rica historia del fútbol uruguayo.
Las lágrimas de bronca del 12 de febrero de 2023 se borraron con las de la alegría del 11 de junio del mismo año. Casi cuatro meses después de aquella derrota con Brasil que le arrebataba a Uruguay la posibilidad de ser campeón del Sudamericano Sub 20, la Celeste se quedó con el logro máximo: la Copa del Mundo.
Un cuerpo técnico consolidado, que contó con Marcelo Broli y Diego “Ruso” Pérez a la cabeza, forjó el carácter y principalmente el juego de una selección que pasó a la historia por ser la primera en conseguir la Copa del Mundo juvenil. Recordemos: en Malasia 1997 y en Turquía 2013 el título se había escapado en el último partido.
Una Copa del Mundo que le empezó a sentar bien a Uruguay desde antes de jugarse porque la FIFA, tras una controvertida decisión, le quitó la organización a Indonesia (que se negó a recibir a Israel, uno de los clasificados) y se la dio a Argentina. La cercanía no solo permitió un viaje más tranquilo en la previa, también hizo que los gurises contaran con un apoyo masivo de hinchas que terminó siendo clave.
El hecho de que la gran mayoría del plantel se conociera desde el certamen continental llevó a que el Mundial fuera una continuidad de esa comunión y de ese buen clima que acompañó a la Celeste juvenil durante todo el torneo más allá de que, por supuesto, se vio afianzada en los resultados que se fueron dando uno a uno.
Aunque no todo fue positivo para Uruguay en la Copa del Mundo. Lesiones graves y sanciones hicieron que en más de un partido el entrenador no contara con su plantel completo, pero siempre encontró la manera (sobre todo porque se lo permitían los jugadores) de hallar una solución y conseguir ese resultado que le permitiera avanzar en la competencia.
Pasó Iraq, al que la Celeste goleó 4-0, luego las dudas en la derrota ante Inglaterra (2-3), pero también ese golpe de realidad que todo equipo necesita para poner los pies sobre la tierra. De hecho, de ahí en más fue una seguidilla de triunfos que lo llevaron directamente a la gloria.
Túnez, Gambia, Estados Unidos e Israel hasta llegar a la gran final con Italia. Y ahí fue donde la cercanía con el país organizador de la competencia fue vital. El Estadio Único Diego Armando Maradona se vio colmado de camisetas celestes, las entradas se fueron como pan caliente y hasta empezaron a aparecer boletos “truchos” a los que más de uno accedió ilusionado con poder vivir un momento que quedaría en la más rica historia del fútbol uruguayo.
Precisamente lo que generó este plantel en la gente es lo que hizo que la gesta fuera todavía más histórica. Niños (o no tan niños) que se identificaron con ellos y que en el lobby del hotel le pedían firmas a Randall Rodríguez, Alan Matturro, Sebastián Boselli, Facundo González, Fabricio Díaz, Franco González, Matías Abaldo, Luciano Rodríguez, Anderson Duarte y otros integrantes del plantel que pasaba por allí.
En la tarde de aquel 11 de junio, fría y hasta un poco lluviosa, Uruguay volvió a hacer historia dentro de la cancha. La Celeste se consagró campeona del mundo y, aunque fue en un torneo juvenil, ver la bandera uruguaya en lo más alto, fue, es y será de las mejores sensaciones para todo aquel fanático de este deporte.
El gol de Luciano Rodríguez puso el único tanto de una final donde Uruguay pasó por arriba a Italia, a la que le costó hasta cruzar la mitad de la cancha. A los pocos minutos de iniciado el juego todo hacía indicar que el trofeo no se iba a escapar. La garra, el esfuerzo y la humildad con la que este plantel disputó ese juego hacían imposible imaginar que la Celeste no ganara.
Y fue, por ejemplo, esa humildad la que llevó a que antes de despedirse de Santiago del Estero, una de las sedes del torneo, el staff completo del hotel donde se alojó Uruguay saliera a aplaudirlos a la puerta. O que los empleados del hospedaje celeste en La Plata le pidieran a todo el plantel que les dejaran una bandera firmada y una foto tras su paso.
Se ganaron el cariño de propios y extraños, pero sobre todo de los propios que cuando el reloj marcó las 20:00 de aquel 11 de junio se agolparon en las calles de Montevideo y de todo el país para celebrar un título tan esperado y tantas veces negado.
Y a todo eso, el broche final. Una caravana extraordinaria donde los jugadores sintieron todavía más el cariño del hincha. Esos jugadores que tal vez en 2010 acompañaron desde abajo al ómnibus de los futbolistas recién llegados de Sudáfrica, fueron los mismos que ahora desde arriba saludaron a quienes salieron a los balcones y se acercaron a las veredas para felicitarlos o al propio Luis Suárez que -sin que ellos lo supieran- se sumó a la caravana para avalar lo conseguido por este plantel y les permitió vivir otro momento inolvidable.
Tal vez la juventud y la vorágine del tener que seguir y no poder aflojar, porque el próximo objetivo está por delante, llevó a que muchos de estos futbolistas no tomaran la real dimensión de lo conseguido, pero así como lo hizo el pueblo uruguayo, también lo harán ellos en su debido momento porque lo que lograron fue historia y de la grande para el fútbol uruguayo.